La República de Cabo Verde se independizó de Portugal en 1975, por lo que es un país relativamente joven. Afecto por un desempleo que podríamos calificar como de elevado, sus 600.000 habitantes trabaja en sectores como el de la industria ligera/producción alimentaria, servicios públicos, construcción, pesca, agricultura, telecomunicaciones y transporte, turismo e infraestructuras (aeropuertos, gestión de puertos y astilleros).

Los inversores extranjeros tienen derecho a un trato justo y equitativo, a la apertura de cuentas bancarias y a las transferencias desde las mismas, a la contratación de extranjeros y a la no discriminación. Sin embargo, las inversiones extranjeras (fuera de la Zona Franca) están sujetas a la aprobación previa mediante la presentación de documentos, y el proceso puede implicar incluso un estudio de impacto ambiental. Las respuestas a las solicitudes deben emitirse en 30 días y, en caso de ser aprobadas, se da un plazo para que las inversiones se realicen.

Existen acuerdos bilaterales con Alemania, Angola, Austria, China, Cuba, Países Bajos, Portugal y Suiza. El acuerdo con Italia requiere ratificación.

En Cabo Verde existen cinco tipos de entidades comerciales diferentes, todas ellas con sus propios requisitos, y el sistema fiscal puede ser difícil de manejar, lo que probablemente contribuye a la clasificación de 137/190 en cuanto a la facilidad para hacer negocios.

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